Empezamos el año… un poco apresurados pues esperábamos tener un poco de tiempo para nosotros, nuestra organización, nuestra formación, sin embargo, así pasó y rodamos como sabemos hacerlo nuevamente al semidesierto potosino.
El Valle de Arista que se veía más seco y más frío que la última vez, la violencia se respiraba un poco más cerca pero hacía ya un poco más de un mes desde el convivio con piñatas, teatro y música…
Nos fuimos en dos camionetas, una más puntual que otra… Cuando hubimos llegado todos, una noticia recorría, casi en secreto… Citlali había decidido quitarse la vida. Impactados todos, dispusimos los materiales en el parque La Laguna… ¿Cómo nos posicionamos ante el acontecimiento?...
La ludoteka con todo el juego de colores y formas que implica estaba lista… ¿seremos entonces una mancha de color ante una realidad difusa? El proceso de negociación cultural esta en juego:
Los niños y niñas tomaron fotografías, salieron del parque, hicieron entrevistas que cuestionaban nuestro quehacer, pintaron carteles y hasta se aprendieron una canción… Hubo un taller de introducción a los derechos de los niños y otros salieron aún más lejos a mostarnos lugares importantes y hacer mapas
Terminamos con hambre y en la contradicción de desconcierto por las noticias y contentos por el trabajo… Y es que urge un posicionamiento, tal vez político que vaya más allá de las relaciones de poder, que implique a nuestro ser completo, en una concepción de trascendente de nuestra propia vida, de nuestros proyectos, de nuestros quehaceres…
La muerte está, es latente en las propias contradicciones de la vida, la muerte está también como una oportunidad de trascendencia… pero el dolor, los procesos violentos, no permiten concebirnos así… Hasta dónde podemos hacer nuestro discurso vida y hasta dónde sólo acompañar…
La noche llegó pronto, después de compartir la comida en casa de Doña Lupe, tía de Citlali, algunos que conversamos con ella nos contaba la historia, los detalles y las especulaciones; a las siete sería el rosario. Fuimos entonces a casa de Doña Coco, mamá de Lupe y abuela de Citlali… ¿qué decir? Sólo estar…
En el pueblo había una boda pese al frío, encontramos también a Rodolfo de Corazón de Jesús, quien nos volvió a invitar a cenar al rancho, quedamos de ir la próxima vez…
De regreso a casa de Doña Lupe, nos acomodamos entorno al fuego, Lupe nos acompañó y entonces el fuego se convirtió en palabra que pasó por todos, en el compartir del día, de la experiencia con los niños y niñas y del propio estar.
Bailamos un poco una danza que nos enseñó Juliana, nuestra ludotekaria argentina de intercambio… y ¡jugamos al lobo! Con ese intercambio de roles que exhibe la naturaleza humana si es que existe… Descansamos, ¡buena luna para todos!
Por la mañana teníamos una invitación a almorzar a casa de Geraldine, una de las niñas que asisten a la ludoteka desde el inicio. Resultó ser la misma casa de Nelson, de Rosa y de varios niños más… Su abuela nos preparó un caldo delicioso y compartimos la mesa, el rito, el calor, la conversación. Nos mostró su “nacimiento” que tiene en un cuarto especial junto con sus piñatas que hace y vende, hasta nos invitó a la “levantada” del niño Dios para el día de la Candelaria.
El domingo en la Laguna, van más niños, seguimos haciendo entrevistas, cantos y carteles, tomando fotos y aprendiendo en el hacer… nos despedimos agradeciendo y emocionados pues vamos a ir más seguido!
Nos despedimos también de Genoveba después de hacer algunas terapias y parece que nos quedamos con los colores y la esperanza de esas personas a las que les va haciendo distinta su existencia, como a nosotros, el compartir con lo diferente.
Que la muerte de Citlali quede como una protesta… y una invitación a hacer nuestra práctica coherente y a pronunciarnos conscientemente.
Hacemos ludoteka y… ¿hasta dónde cuestionamos nuestra propia práctica?
...saberse en el efímero existir del infinito ser.
